sábado, 4 de agosto de 2018

El poder del fuego

Hoy he mirado a las llamas a los ojos. Ha sido cosa de Eduardo, que le gusta ponerse una vela y meditar. Yo me he unido, hace tiempo que no medito.
Era fascinante, y lo sigue siendo porque mientras escribo esa vela sigue encendida. El baile sensual de la pequeña llama, manejando a su antojo luces y sombras en la habitación, dueña de lo que se ve y de lo que no.
No se cuanto tiempo pasó, mi vista se empezo a distorsionar, confundía la luz con la oscuridad y no se si empezaba a perder los cabales pero me gustaba, el fuego me purifica, me limpia la mente.
Entonces te vi, o a los dos mas bien, tan claro como si de una película se tratase, uno frente al otro, con el agua hasta el cuello, sin mirarnos a los ojos, sin hablar.
En la bañera, sin pudor, sin verguenzas ajenas, sin extrañezas. No me preguntes por qué, no lo se.
Yo cogía una cuchilla, te levantaba la pierna derecha y te empezaba a rasurar el vello, lentamente, con cariño, con ternura, sin pasión, con delicadeza. Tu me mirabas con ojos vacíos, negros, con unos ojos que no contenian la mirada de una mente sino la mirada de un universo; infinito.
Entonces te hice un pequeño corte en el gemelo, en un sitio incierto, a caballo entre el pie y el hueco de la rodilla. Apenas te diste cuenta, solo me miraste, sin preguntas, como para saber si seguía ahi.
Y yo con ternura, con delicadeza y sin pasión baje la cabeza, acerque a mis labios y te lamí la herida.
No se si tu sangre sabia metálica, lo vi todo desde fuera, como un muerto que no se quiere ir del mundo y ve a otras personas que aun viven.
No se que pasó, no se siquiera si ha pasado, o si pasará, solo se que lo he visto en los ojos de las llamas, y las llamas son puras.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Elementos fundamentales de la imagen fija


COLOR


                                                                TEXTURA


                                                                  LINEA


LUZ               
                  

                                                                 PUNTO


sábado, 18 de febrero de 2017

Dicen

Tengo amigos que me quieren, amigos que me cuidan y me aconsejan. Ellos me dicen que no te quiera tanto, que es mejor querer menos, querer mejor y no quedarse varado por el camino. Yo me río, me río por no llorar, ¿de veras creen que puedo dejar de querer como lo hago? Dicen que una persona que ama con locura da miedo, que hace huir a los mortales, y no lo niego, se cual es el destino que me espera, y lo asumo con todas sus consecuencias.
Ya te lo dije, eres mi droga, eres el despertar de una mente dormida, eres el santuario de un poeta moribundo, eres el agua bendita del que profesa una fe sin futuro, eres la cadena que tira de mi a un abismo sin remedio. Te amo no solo por ti, te amo por todo lo que implicas, te amo por el dolor de tu ausencia, por el calor de tu presencia, porque cuando lloro mis lágrimas son de tintas y me haces capaz de construir un templo de papel con solo mirarme y decirme una o dos palabras.
Me siento dependiente, siento que es un esfuerzo fútil negarse a la evidencia del amor y lo siento todo muy profundamente. Siento mucho miedo, porque lo que antes era la inspiración ha tomado forma en una persona con una hermosa sonrisa y bellas curvas, porque haces que todo parezca más fácil y más complicado a la vez.
Y paro aquí, porque si bien es cierto que me da igual que te vayas de mi vida porque el dolor se quedará y me hará compañía en forma de escrituras hermosas, no me arriesgaré a perder la oportunidad de ver tu sonrisa una vez más, no soy tan masoquista.


viernes, 7 de octubre de 2016

Discurso sobre la revolución

   Podría empezar a describir la revolución como una serpiente que se muerde la cola, como un fenómeno social que ocurre una y otra vez y aún así parece que no sirve para absolutamente nada pues al poco tiempo (relativo) vuelve a suceder. Entendámonos bien, por revolución me refiero a ese momento pos-indignación en el que un pueblo estalla y le da una vuelta de tuerca a sus dirigentes. Depende de la época y el lugar puede que incluso les haga un tratamiento de cervicales gratuito (Vease la revolución francesa en 1789).
   Desde que el mundo es mundo y los humanos nos reunimos en sociedad, ha surgido un dirigente, o un grupo de dirigentes elegidos (o no elegidos) que como su propio nombre indica, dirigen el cotarro. Pero no solo lo dirigen, sino que rigen un sistema determinado y como resultado representan las victorias y las derrotas de la sociedad en la que gobiernan.
   Hablemos claro, a nadie le importa las victorias de su gobierno; las disfrutamos claro, ya sea una subida de sueldo, una bajada de impuestos o una alianza extraterrestre; las disfrutamos pero no las recordamos a la hora de arreglar cuentas. ¿Por qué te quejas si no tienes dinero para pagar tus tres hipotecas? No te quejaste cuando si lo tenías. Pero pasando, nos interesa fijarnos en las derrotas, porque hablamos de revolución, y las revoluciones se inician con las derrotas del estado. 
   En cuanto el descontento del pueblo florece, se contagia como un resfriado de boca en boca y crece como una epidemia, hasta alcanzar todas las mentes de los infelices habitantes de "desgracialandia". El señor presidente solo tenía que cuidar de dos factores primordiales: Pan y circo; pero falla uno solo y el sistema colapsa. Dejémonos de cuentos por favor, que ya tenemos una edad. Ningún sistema es perfecto, tarde o temprano ocurre, siempre el mismo círculo: Evolución, comodidad, estancamiento y decadencia. Es entonces cuando explota la bomba social y el pueblo arrasa. La cuestión es que todo el mundo trata de evitarlo, todo el mundo lo teme y a la larga no sirve de nada pretender impedirlo porque la revolución, aparte de inevitable es natural, y por tanto necesaria. Según la teoría de la zona de confort, un ente que no se mueve de su espacio natural no se desarrolla, se marchita y muere. A grandes rasgos la sociedad se comporta igual (aconsejo leer los fundamentos de Isaac Asimov para entenderlo mucho mejor). Por eso cada vez que empezamos a marchitarnos llega la revolución como un reset del programa y nos salva, por eso la serpiente se sigue comiendo la cola, porque una y otra vez cambia la carne muerta por una nueva.

Viva la revolución.

jueves, 6 de octubre de 2016

Discurso sobre la educación

   Algunos me llaman filósofo, porque pienso y escribo, si es porque pienso me preocupa porque solo puede significar que poca gente piensa; si es porque escribo bien...
   Fuera tonterías, es preocupante que no pensemos, y no es que pensemos menos de lo que deberíamos, sino que NO PENSAMOS, con mayúsculas. Si bien podría decirse que a veces no pensamos sobre nuestros actos, errores, o ideas preconcebidas, no es que haga falta siempre una personita que nos de un toque en el hombro y diga "hey, tas dao cuenta de este tema?", porque hay que aprender a pensar por uno mismo y darle al coco.
   ¿Cuántas veces nos habremos visto en la tesitura de saber o no saber? ¿De pensar o no pensar? Ese momento en el que debes decidir si almacenar una información o desdeñarla, si aprender o permanecer en la ignorancia, si abrir una puerta o dejarla cerrada; la respuesta es fácil, a diario. Nos movemos en un ámbito educativo compuesto por profesores que disparan la información como una ametralladora y alumnos asépticos, sin interés, que procuran esquivarla lo mejor posible como si de balas se tratasen.
   ¿Es culpa de el sistema o de los alumnos? Del sistema, obviamente, no puedes cargar el peso de la ecuación sobre el eje "y" cuando todo depende de la incógnita "x". Pero no os confundáis, cuando hablo del sistema no me refiero únicamente al sistema educativo, sino al sistema por completo; podría decirse que la educación es la hoja del hacha, el palo y el verdugo, la sociedad y el gobierno, y al cuello que será decapitado le podéis poner vosotros el nombre.
   A diario te bombardean en casa y en los medios, estudia, prepara tu futuro pero, ¿qué futuro? Vas a ir a un chaval que no tiene claro lo que comió ayer y pretender enseñarle como será su vida antes de que tenga una idea mejor de lo que prefiere, bien jugado, perfecto para fabricar robots en serie.
   Pero esto ya es bien sabido, al menos para aquel que sea "filósofo" con comillas o haya escuchado hablar a un anti-sistema más de 1 minuto seguido. Lo que quiero hacer mediante este texto o discurso es sacar a la luz el quiz de la cuestión, la demostración, el porque esto debe cambiar, la razón lógica e irrefutable.
   En la sociedad actual las personas se especializan y cada uno nos dedicamos a una actividad diferente, de modo que nos dividimos en diferentes grupos según categoría; yo los he dividido en dos: los que trabajan por mantener al resto de la humanidad, y ese resto que trabaja por hacer avanzar a la humanidad y procurarle entretenimiento (ciencia y ocio). La gran mentira moderna es que tenemos la libertad para dedicarnos a lo que queramos, pero como digo, es una gran mentira. La escuela y la secundaria pretenden enseñarnos conocimientos generales, que ojo, no estoy en contra de que la gente tenga cultura general, el problema es que intentan meternos kilos de información diarios por la boca y las orejas, consiguiendo solo tocarnos las narices; aunque lo más grave no es eso sino la forma en que casi inconscientemente nos encasillan en un molde social al que nos acostumbramos y convertimos en nuestra caverna, nuestra minúscula zona de confort.
   Como resultado, tenemos en el mundo millones de personas sin un objetivo real en su vida, personas que no cambian, no se desarrollan y por tanto, concluyo, ralentizan el desarrollo del conjunto humano.

Reformemos nuestra educación.